Laura Ana Merello, conocida como Tita Merello (Buenos Aires, 11 de octubre de 1904 – Buenos Aires, 24 de diciembre de 2002), fue una actriz y cantante de tango argentina. Falleció a los 98 años.
Subió por primera vez a un escenario a los 15 años. Fue en el Teatro Avenida, en donde la compañía de Rosita Rodrigo representaba «Las vírgenes de Teres». No fue una buena experiencia, ya que cuando le tocó bailar, el público la desaprobó con silbidos. Entonces hizo una promesa: no volvería a pisar un escenario como actriz. Por entonces, en la calle 25 de Mayo se encontraba el centro del estilo llamado «bataclán» -género frívolo e intencionado- apto solamente para hombres. Decidió presentarse en uno de esos espectáculos en el que al poco tiempo hizo valer su personalidad. Fue la primera mujer a la que aplicaron una multa de 20 pesos en el Teatro Porteño por salir a escena sin medias negras. 1923 fue un año importante en su vida.
Debutó en el Maipo cantando el tango «Trago amargo» en la revista «Las modernas Scherezadas». La habían escuchado en el bataclán haciendo aquello -tan popular por entonces- de «Yo busco a mi Titina» y alguien pensó que su temperamento se prestaba magníficamente para los tangos fuertes. Y tenía razón. A partir de allí cambió su suerte. En 1925, estrena -en el modesto teatro Bataclán- «Leguisamo solo» el tango de Modesto Papávero en homenaje al «Pulpo», que Gardel graba a fines de ese año, agregando al final una mención a «Lunático». En 1927 vuelve al Maipo, con Elías Alippi y Sofía Bozán, cantando «Un tropezón». En 1933 participa en la película «¡Tango!», dirigida por Luis Moglia Barth y producida por Angel Mentasti, junto a Azucena Maizani, Libertad Lamarque y Mercedes Simone. En 1934 populariza la frase «¿Dónde hay un mango, viejo Gómez? Los han limpiao con piedra pómez!» En 1937 canta «Nieblas del Riachuelo» de Cobián y Cadícamo. En 1950 filma «Arrabalera». Y en 1951 logra una actuación consagratoria en la película «Los isleros» de Lucas Demare, con Antonio García Buhr, sobre la vida de los pobladores del Delta. Luego de consagrarse como cantante de tangos y actriz de revistas, lo hace como actriz teatral en la obra «Filomeno Marturano», que fue representada durante trece meses y luego llevada al cine. También filma las recordadas «Pasó en mi barrio», «Deshonra», «Para vestir santos» y «Mercado del Abasto». Era una mujer solitaria, aún cuando estuviera en compañía. «Soy desconfiada y sólo creo en mis corazonadas. Sin embargo también soy agradecida, además me considero excesivamente susceptible, sin dejar de ser bondadosa. En fin, soy contradictoria». Esta confesión puede ser el justificativo por no haber logrado en tantos años una estabilidad sentimental, a pesar de desearlo. Siempre dió muestras de una gran entereza, que le ayudaron a superar contratiempos como los que sufrió en 1955, tras la caída del General Perón, época en la que debió trabajar en parques de diversiones debido a que le fueron cerradas todas las puertas. Luego de esa brillante etapa llegó el ostracismo artístico, fueron años muy duros de sacrificio y sinsabores. Paulatinamente fue reapareciendo en algunos espectáculos, la TV le brindó la posibilidad de volver a cantar tangos al tiempo que mostraba sus dotes como ser humano. «La Madre María» marcó su brillante retorno al cine nacional, luego de su etapa de ostracismo. Trazó su autorretrato en un tango satírico: «Se dice de mí» que estrenó en el desaparecido Mercado del Abasto.